La iluminación en general es un factor que a todos nos influye de forma directa en nuestro humor y estado de ánimo; más allá de que además nos permite ver y apreciar nuestro alrededor, está comprobado que sobre todo la luz natural es sumamente necesaria para un buen estado anímico. Por eso la iluminación de un hogar es una pieza clave que no podemos descuidar.
Un hogar con buena luz natural, siempre será óptimo, y además
podremos impedir la entrada de luz con cortinas siempre que lo deseemos. Pero
de noche tenemos que recurrir a la iluminación artificial, y el tipo de luz y
los sectores a donde las coloques también harán que tu ambiente transmita una
cosa u otra.
Luces blancas: para lugares a donde necesitas ver cosas en
detalle, como la cocina, el baño quizás, o algún ambiente en particular. Es una
luz que no aporta calidez, pero se puede combinar con otros recursos, para que
cumpla su función y a la vez no quede muy fría.
Luces amarillas: Son las luces más cálidas, que puedes colocarlas
en lámparas de techo, apliques de pared, o las más cálidas, que son los
veladores en mesas de noche, o muebles del salón, creando espacios cálidos y
acogedores.
Luces dicroicas: son una excelente combinación de las dos
anteriores, a la vez que iluminan perfectamente, también aportan calidez. La
contra es que generan mucho calor y consumen mucha energía; puedes utilizarlas
en espacios que no requieran estar encendidas mucho tiempo.
Sigue leyendo en Hogar 10: La iluminación para crear ambientes
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